jueves, 2 de diciembre de 2010

Un Sueño y dos Mundos (Andrés Retamal)

“Como sueño era curioso porque estaba llena de olores 
y él nunca soñaba olores” (LA NOCHE BOCA ARRIBA, Julio Cortázar) 
 
Los Sueños son parte recurrente de nuestra vida diaria. El sueño combinado con la imaginación y la magia hace encontrar la realidad de la vida aún más difícil para un individuo. En este ensayo propongo descubrir el verdadero espacio, la verdad de la realidad y la verdad del sueño en el famoso relato  “La noche boca arriba” del escritor argentino Julio Cortázar. 
La obra literaria de Julio Cortázar parte, principalmente, del cuestionamiento vital, muy cerca de los planteamientos existencialistas. Para Julio Cortázar, la realidad inmediata significa un camino de entrada a otros registros de lo real, donde la integridad de la vida alcanza múltiples formulaciones. Cortázar a través de su literatura constituye un permanente cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales del pensamiento.  
Es así que tras la aparición de “Bestiario”, en 1956, el cuento “La noche boca arriba” aparece en la recopilación de relatos “Final del juego”, que en 1964 se verá ampliada. Es este cuento, “La noche boca arriba”, donde Cortázar muestra que la imaginación del ser humano es como una llave a otro mundo. Nos permite construir nuestras propias experiencias a partir de las que ocurren en el mundo real. La mente se puede utilizar de modo natural para inventar un mundo ideal, aunque no es una realidad obtenible.  
En “La noche boca arriba”, un hombre al borde de la muerte flota entre dos mundos separados, uno de la realidad y el otro producto de un “sueño”, para tratar así de escapar de un destino inevitable. El  protagonista principal experimenta dos mundos en su mente, pero, ¿Cuál es  la realidad? y ¿Cuál es el sueño?
“…el argumento del sueño pone en duda nuestra capacidad de discernir entre estar despiertos o estar dormidos, y por lo tanto nuestra capacidad de estar seguros de lo que conocemos. Ya que, para estar seguros de lo que conocemos, es necesario saber que lo estamos haciendo mientras estamos despiertos.” 
(Manuel José Botero Camacho, “Anales de literatura latinoamericana”, “Sueño Luego Existo”, Universidad Complutense de Madrid, 2005, p.180). 

 El cuento, pone en descubierto dos mundos completamente distintos, dos realidades bien definidas y cada una tiene sus fronteras topológicas delimitadas. Ninguna de ellas va a interferir en el campo de la  otra y los dos campos se distinguen claramente a través del relato. Pero una de ellas no es real, es producto de un sueño que tiene el protagonista. 

 En  "La noche boca arriba" un personaje que está manejando su motocicleta en una ciudad en la época contemporánea, tiene un accidente y es llevado al hospital. Bajo el efecto del accidente y de anestesia, el personaje sueña que es un moteca de la época precolombina que huye de los aztecas, en medio de la guerra florida, los aztecas lo buscan para sacrificarlo en honor a sus dioses. Se despierta repetidas veces al principio aliviado pero luego confundido, las últimas veces tratando de evitar esa pesadilla hasta que descubre que el sueño en verdad era la realidad. 

En el transcurso de la historia existen evidencias  que facilitan que descubramos cual es la realidad y cuál es el sueño, veamos si podemos descubrir a verdad que embarga esta historia: “Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado, se  le acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás. 
 Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía 
huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.” (Julio Cortázar, “La noche boca arriba”, párrafos 5 – 
6, Extraído en: 
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/nocheboc.htm) 
 En la cita anterior, se presenta el primer sueño que el motociclista tiene luego del accidente en el hospital. Pero es una de  las primeras evidencias del cuento que nos lleva a descubrir la verdad. “El motociclista se da cuenta que el sueño era curioso porque estaba lleno de olores y el nunca soñaba olores”. 
Realmente es curioso puesto que es raro que una persona llegue a soñar con olores, que al transcurso de la historia llegue al límite de que le moleste. Entonces, el motociclista ¿estaba realmente soñando?, o simplemente es el primer indicio de que el accidente, el motociclista, el hospital, es realmente una realidad alterna, un mundo inconcluso, un sueño. 
 Es así como llegamos a la otra cara de la moneda,  el moteca, el protagonista de la otra realidad, muy distinta a la que vive el motociclista, él está en la selva durante la noche y sabe que tiene que escapar de los aztecas para que no le sacrifiquen, es un indio mexicano, fiel a su  tribu y a las costumbres, poseía un amuleto que consideraba como su protector; lucha por su vida pero es superado por su destino; por lo tanto, podemos describirlo como un hombre valiente. 
En parte de la historia, el personaje regresa a la vigilia, a través de una voz del lado del motociclista. Regresa bruscamente y así se marca la ruptura con el sueño. El personaje oye que alguien dice:  
"Se va a caer de la cama – dijo el enfermo de al lado. No brinques tanto, amigazo".  
Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última visión de la pesadilla”. (Julio Cortázar, “La noche boca arriba”, párrafo 8 – 9, 
Extraído en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/nocheboc.htm) 
Sigmund Freud dice: “El hecho de que cuando un estimulo alcanza una cierta intensidad logra siempre hacernos despertar  demuestra  <<que también durante el reposo ha permanecido el alma en continua conexión con el mundo exterior>>” (Sigmund Freud,  “La Interpretación De Los Sueños”, 1898, p. 23, párrafo 2, Extraído en: www.elortiba.org) 
Las dos historias que se presentan ocurren paralelamente, pero en dos épocas distintas y en dos espacios diferentes. El sueño sigue desarrollándose cada vez que el motociclista duerme, pero el sueño  no empieza por donde el protagonista lo había dejado, sino que la historia  del moteca ha continuado desarrollándose, aunque el motociclista estuviera despierto. 
En todas las transiciones entre los dos mundos, del paso de la realidad del motociclista a la del moteca y viceversa; el mundo del moteca es cada vez más intenso, y aunque el personaje trate de enfrentar el sueño y quedarse despierto, no lo logra. Hay algo fuera de la voluntad del personaje que lo arrastra al mundo del moteca. Esta pérdida de voluntad empezó con el  accidente que le ha provocado un distanciamiento de su mundo, una confusión irreversible. 
Es así como llegamos al final de la obra donde se pone en manifiesto la verdadera realidad, la unión de las dos realidades, que provoca una mutua “vacilación”(La “vacilación” podría ser otro tema para este cuento, la ambigüedad del cuento y la alternación de mundos provoca al lector y al los personajes duda, vacilación) entre lector y personajes para descubrir cuál es la vida verdadera. 
 “…y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte. Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. 
Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en la cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. 
En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.” (Julio Cortázar, “La noche boca arriba”, párrafo final, Extraído en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/cortazar/nocheboc.htm)  
En esta última escena se confunden las dos realidades y además ocurre el más notable indicio. El personaje se traslada completamente a la realidad del moteca, aunque trata desesperadamente de abandonar, se esfuerza mucho por abrir los ojos y encontrarse otra vez en el mundo real. En un momento lo logra, "porque otra vez estaba inmóvil en la cama",  al abrir los ojos por última vez, ve "la figura ensangrentada del sacrificador". Aquí se ve obligado a cerrarlos para siempre, al saber que no va a despertar. De esa manera, ocurre el indicio final, que implica el cambio de perspectiva del motociclista al moteca. 
Por lo tanto la realidad supera a la ficción, Cortázar aquí nos muestra que los sueños es parte de la irracionalidad del ser humano. El motociclista era realmente el sueño y la vida real era el moteca, él estaba casi convencido que su sueño era la realidad. Pero el poder de la mente, en ese respecto, tiene limitaciones significantes, que se puede ver en el choque que el hombre tiene en el fin del cuento, cuando el hombre está tan cerca  de la muerte y no puede escapar de su realidad. Es decir, no es posible a escapar completamente, aunque el poder de la mente es fuerte.  

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