jueves, 2 de diciembre de 2010

Continuidad de los parques. De feliz lector a infeliz personaje (Paulina González A.)

En  el  inicio  de  la  obra  de Cortázar;  narrada  en  tercera  persona  y  con  narrador  omnisciente, 
todo ocurre con una linealidad absoluta, sin elementos que puedan presagiar aun el desenlace 
de la obra  en la que un hombre lee: ¿Cuál será el destino de este hombre? ¿Estará conciente 
éste de su desfortuna en un simple acto de lectura?
         Más  detalladamente  la  historia  habla  de  un  sujeto  que  se  dirige  hacia  el  estudio  de  su 
casa  y  se  sienta  cómodamente  en  su  sillón  favorito    para  retomar  animadamente  la  lectura 
de un  libro que había abandonado por asuntos de prácticas propias de  la cotidianeidad de su 
vida. Se hace notar el disfrute que  le provoca el acto de  leer y  toda  la atmósfera en  la que se 
sumerge como  lo delata el autor en este párrafo:  “…Gozaba del placer casi perverso de  irse 
desgajando  línea a  línea de  lo que  lo  rodeaba,  y  sentir a  la  vez que  su  cabeza descansaba 
cómodamente  en  el  terciopelo  del  alto  respaldo,  que  los  cigarrillos  seguían  al  alcance  de  la 
mano, que más allá de  los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo  los robles”.(Cortàzar 
Julio, Continuidad  de  los  parques) Hasta  el momento,  lo  acontecido  sin  elementos  aun  que 
provoquen  duda  al  lector,  está  parcialmente  enfocada  al  realismo,  no  existen  nupcias  del 
ulterior  acontecer  que  romperá  con  la  calma  realidad  en  la  cual  el  hombre  aún  no  tiene 
conciencia  de  que  es  personaje  del  texto  que  lee,  que  es  espectador  de  la  encrucijada  en 
que se planea su propia muerte, que es víctima de su ferviente lectura. El relato se trataba de 
dos amantes que  tras previos encuentros en  la cabaña del monte planeaban el homicidio de 
un  tercero. Hasta el momento  las dos  realidades del hombre que  lee una novela, y  la propia 
realidad de ésta   no se conectan, no logran aun su posterior trasgresión.
        El común lector de la obra de Cortázar todavía no percibe acertadamente la propia intriga 
de este relato. Iser da cuenta que “la teoría fenomenológica del arte pone el énfasis en la idea 
de que, al considerar una obra literaria, se debe tomar en cuenta no únicamente el texto, sino 
que,  igual medida,  las  acciones  involucradas  al  reaccionar  ante  al  texto”  (Iser, wolfgong:  “el 
proceso  de  la  lectura:  un  enfoque  fenomenológico”  en  new  literarry  history.  1972)        “…la 
convergencia entre  texto y  lector proporciona existencia a  la obra  literaria”. (Iser, wolfgong: “el 
proceso  de  la  lectura:  un  enfoque  fenomenológico”  en  new  literary  history.  1972)  Lo  que 
saca a La palestra  la  teoría de  la  recepción, en donde el propio  lector dará cuenta según sus 
percepciones, su cultura, su entorno la interpretación  final del cuento.
Es durante el desenlace del cuento de los amantes asesinos, en donde se hace notar el 
entrecruce de  las dos  realidades, punto en el  cual al  fin  se provoca  la  vacilación  y duda del 
lector,  dejando en claro que es un relato de ficción. Resulta intrigante como el autor logra darle 
el  paralelismo  a  dos  planos,  dos  realidades  distintas  que  finalmente  se  entrecruzan transformándose en una.
        “El mayordomo no estaría a esa hora,  y no estaba. Subió  los  tres peldaños del porche  y 
entró. Desde  la sangre galopando en sus oídos  le  llegaban  las palabras de  la mujer: primero 
una  sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En  lo alto, dos puertas. Nadie 
en  la primera habitación, nadie en  la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en  la 
mano. La luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del 
hombre en el sillón leyendo una novela.” (Cortázar Julio, continuidad de los parques).
    La obra se podría considerar como inacabada u obra abierta según lo señala Eco, “...definir 
los  límites dentro de  los  cuales una obra pueda plasmar  la máxima ambigüedad  y depender 
de  la  intervención activa del consumidor sin dejar por ello de ser obra”.  (Eco op. cit., pág. 34) 
  “…Para Cortázar como para  Iser, el significado de  la obra  literaria no debe analizarse como 
esencia,  sino  como  acto,  acto  creativo  en  permanente mutación:  “una  narrativa  que  no  sea 
pretexto  para  la  transmisión  de  un  ‘mensaje’  (no  hay mensaje,  hay mensajeros  y  eso  es  el 
mensaje; así como el amor es el que ama)” ( Santiago Juan- Navarro, Modelos para desarmar: 
claves para una lectura Morelliana de  “continuidad de los parques” de Julio Cortázar)
  
  El  relato  breve  de  Cortázar  se  pudiera  llamar  como  obra  abierta,  que  está    propensa  a 
poseer variadas lecturas Iser hace una descripción de la interacción entre texto y lector: “…los 
espacios  vacíos  del  texto  regulan  la  actividad  representativa del  lector,  quien  se  ve  obligado 
a  completar  la  información ausente  y a  tender un puente entre  los  segmentos que aparecen 
inconexos.  La  indeterminación,  en  suma,  se  revela,  no  como  obstáculo,  sino  como  punto 
de  partida  imprescindible  para  la  comunicación  literaria”  (  Santiago  Juan-  Navarro, Modelos 
para  desarmar:  claves  para  una  lectura Morelliana  de    “continuidad  de  los  parques”  de  Julio 
Cortázar).
 No cabe duda alguna que  los  interpretantes  lectores del breve  relato de Cortázar  llegaran a 
un  común acuerdo: el  fatal  concluir de de este  sujeto que  tranquilamente  lee acomodado en 
su sillón favorito, quien paradójicamente está siendo presa del sórdido plan que se erige en su 
contra, víctima del relato de su propio desfallecer    será el propio lector quien decrete un final 
concreto  en  donde  alineara  las  posibles  realidades  del  texto,  y  determinará  si  fue  un  sueño 
del animado lector, si es parte de una realidad alterada, o es una ilusión del mismo queriendo 
convertirse en personaje del texto provocándose el suicidio…

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