En el inicio de la obra de Cortázar; narrada en tercera persona y con narrador omnisciente,
todo ocurre con una linealidad absoluta, sin elementos que puedan presagiar aun el desenlace
de la obra en la que un hombre lee: ¿Cuál será el destino de este hombre? ¿Estará conciente
éste de su desfortuna en un simple acto de lectura?
Más detalladamente la historia habla de un sujeto que se dirige hacia el estudio de su
casa y se sienta cómodamente en su sillón favorito para retomar animadamente la lectura
de un libro que había abandonado por asuntos de prácticas propias de la cotidianeidad de su
vida. Se hace notar el disfrute que le provoca el acto de leer y toda la atmósfera en la que se
sumerge como lo delata el autor en este párrafo: “…Gozaba del placer casi perverso de irse
desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba
cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la
mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles”.(Cortàzar
Julio, Continuidad de los parques) Hasta el momento, lo acontecido sin elementos aun que
provoquen duda al lector, está parcialmente enfocada al realismo, no existen nupcias del
ulterior acontecer que romperá con la calma realidad en la cual el hombre aún no tiene
conciencia de que es personaje del texto que lee, que es espectador de la encrucijada en
que se planea su propia muerte, que es víctima de su ferviente lectura. El relato se trataba de
dos amantes que tras previos encuentros en la cabaña del monte planeaban el homicidio de
un tercero. Hasta el momento las dos realidades del hombre que lee una novela, y la propia
realidad de ésta no se conectan, no logran aun su posterior trasgresión.
El común lector de la obra de Cortázar todavía no percibe acertadamente la propia intriga
de este relato. Iser da cuenta que “la teoría fenomenológica del arte pone el énfasis en la idea
de que, al considerar una obra literaria, se debe tomar en cuenta no únicamente el texto, sino
que, igual medida, las acciones involucradas al reaccionar ante al texto” (Iser, wolfgong: “el
proceso de la lectura: un enfoque fenomenológico” en new literarry history. 1972) “…la
convergencia entre texto y lector proporciona existencia a la obra literaria”. (Iser, wolfgong: “el
proceso de la lectura: un enfoque fenomenológico” en new literary history. 1972) Lo que
saca a La palestra la teoría de la recepción, en donde el propio lector dará cuenta según sus
percepciones, su cultura, su entorno la interpretación final del cuento.
Es durante el desenlace del cuento de los amantes asesinos, en donde se hace notar el
entrecruce de las dos realidades, punto en el cual al fin se provoca la vacilación y duda del
lector, dejando en claro que es un relato de ficción. Resulta intrigante como el autor logra darle
el paralelismo a dos planos, dos realidades distintas que finalmente se entrecruzan transformándose en una.
“El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y
entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero
una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie
en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la
mano. La luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del
hombre en el sillón leyendo una novela.” (Cortázar Julio, continuidad de los parques).
La obra se podría considerar como inacabada u obra abierta según lo señala Eco, “...definir
los límites dentro de los cuales una obra pueda plasmar la máxima ambigüedad y depender
de la intervención activa del consumidor sin dejar por ello de ser obra”. (Eco op. cit., pág. 34)
“…Para Cortázar como para Iser, el significado de la obra literaria no debe analizarse como
esencia, sino como acto, acto creativo en permanente mutación: “una narrativa que no sea
pretexto para la transmisión de un ‘mensaje’ (no hay mensaje, hay mensajeros y eso es el
mensaje; así como el amor es el que ama)” ( Santiago Juan- Navarro, Modelos para desarmar:
claves para una lectura Morelliana de “continuidad de los parques” de Julio Cortázar)
El relato breve de Cortázar se pudiera llamar como obra abierta, que está propensa a
poseer variadas lecturas Iser hace una descripción de la interacción entre texto y lector: “…los
espacios vacíos del texto regulan la actividad representativa del lector, quien se ve obligado
a completar la información ausente y a tender un puente entre los segmentos que aparecen
inconexos. La indeterminación, en suma, se revela, no como obstáculo, sino como punto
de partida imprescindible para la comunicación literaria” ( Santiago Juan- Navarro, Modelos
para desarmar: claves para una lectura Morelliana de “continuidad de los parques” de Julio
Cortázar).
No cabe duda alguna que los interpretantes lectores del breve relato de Cortázar llegaran a
un común acuerdo: el fatal concluir de de este sujeto que tranquilamente lee acomodado en
su sillón favorito, quien paradójicamente está siendo presa del sórdido plan que se erige en su
contra, víctima del relato de su propio desfallecer será el propio lector quien decrete un final
concreto en donde alineara las posibles realidades del texto, y determinará si fue un sueño
del animado lector, si es parte de una realidad alterada, o es una ilusión del mismo queriendo
convertirse en personaje del texto provocándose el suicidio…
No hay comentarios:
Publicar un comentario